jueves, 24 de mayo de 2012

Perder

Atila, el Azote de Dios, gobernó el mayor imperio europeo de su tiempo fue derrotado una sola vez en toda su campaña. Esto fue suficiente para regresar con mayor fuerza y lograr una victoria mayor.

Perder no significa ver desmoronado un sueño, una estrategia, una vida; es en realidad la forma más dificil pero a la vez productiva que conocer que hacemos las cosas mal y que existen posibilidades de mejora en lo que hacemos, pero sobre todo en cómo lo hacemos, es decir, nuestra actitud.

No nací sabiendo perder, a decir verdad, mi infancia temprana fue como creo que funciona para todos, es el mejor entrenamiento para no aceptar la derrota. Me es fácil pensar como hijo menor obtener con una sencilla mirada que los mayores encargados de cumplir mis antojos obedecieran literalmente por mi linda cara.

La dificultad de una derrota radica en poner a prueba la capacidad de reflexionar sobre nosotros mismos, pocos lo hacen bien al grado que por un lado existen personas que asumen que todo el error cae sobre su espalda y otras que van por la vida culpando a las circunstancias y a las personas que les rodean de sus propias derrotas.

Ganar te da la confianza de saber que puedes hacer lo que te propones, que tienes facultades que te permiten tener éxito en todos los ámbitos de tu vida. Sin embargo, se trata de una borrachera que te puede llevar a lastimarte a ti mismo o a los que te rodean.

Una vez que ganas no hay más camino que hacer, te detienes, lo cual es imposible cuando pierdes, pues te das cuenta que hay algo en ti que te impidió subir y ahora te lleva de bajada.

Me hacía falta perder, aquí y allá, para darme cuenta de que la arrogancia, la habilidad de herir sin razón se estaban convirtiendo en armas a las que se recurren cuando no encuentras otras a la mano. Entender que eres de carne y hueso te permite darte cuenta de que cuando muestras a un amigo tu ira, desaparece; caso contrario que cuando no lo haces crece hasta matar, no literalmente, a alguno de los dos, donde el mejor de los casos esa persona es tu amigo.

Pero sobre todo, perder te muestra que existen otros caminos que de harán ganar en una alternativa que no habías considerado y cuando les tomas entiendes que la derrota es la manera natural de saber que cometes un error.