miércoles, 27 de enero de 2010

domingo, 3 de enero de 2010

Los hijos de Loret


Hace algunas semanas tuve la suerte(?) de ver el noticiero del chico maravilla Loret de Mola, se trataba del especial de encendido de adornos navideños y quién mejor que el titular del programa para hacer los honores y conectar el arbolito.

Nunca me imagine que su programa fuera a darme tanta alegría pues vaya sorpresa encontrarme tan picarezca imagen: Loret de Mola sosteniendo la extensión eléctica como si fuera un animal impredecible, es decir, con miedo y con las puntas de los dedos como si el aislante súbitamente pudiera decidir dejar de serlo y electrocutar por el puro gusto hacerlo.

En este mundo hay tantas formas de calogar a la gente y hoy hablaré de la clasificación de acuerdo a sus capacidades manuales: el individuo viril o hascendoso, en el estricto sentido de la palabra, y el inútil, o hijo de Loret, con todo lo que abarca serlo.

En la primera podría entrar cualquier sujetillo común y corriente, que no tiene miedo a usar un desarmador o un comal caliente, este concepto en realidad es aburrido porque todos lo conocemos, ademas que no nos interesa.

Sin embargo existen otros, como nuestro sujeto de estudio Loret, que estan mentalmente imposibilitados para realizar cualquier actividad mecanica, manual, doméstica o culinaria sin que su integridad resulte perjudicada.

A pesar de convivir con el eslabón actual de la evolución humana, el inútil es un individuo complejo de estudiar en tal proceso, pues parece estar un paso atrás del Homo Habilis en el uso de las herramientas pero con la habilidad de comunicarse verbalmente y lo que es todavia más soprendente tienen una inexplicable habilidad para simular que su cerebro funciona mejor que los cerebros normales.

En pocas palabras, un ejemplar hijo de Loret, si no es tratado adecuadamente puede llegar con el tiempo a autodenominarse intelectual y reunirse con otros intelectuales en lugares como Coyoacán a continuar con sus simulaciones.

Este texto documental, no busca alarmar a sus lectores, en realidad busca informarles y considera necesario enseñar como distinguir a un viril de un hascendoso poco amaestrado.

Para ser considerado hascendoso, no es necesario que el sujeto sea capaz de solucionar cada falla de su automóvil o saber preparar toda clase de comida.