viernes, 15 de abril de 2011

En vida

Amanda descolgó tras el quinto llamado del teléfono, se trataba de Fernando que había tenido un ligero accidente la noche anterior por revisar el teléfono mientras cruzaba la calle. Entre la hora, la necesidad de reportarse a casa y el regocijo de haber pasado con Amanda la tarde entera, mirar hacia ambos lados era lo menos importante.

―Hola Amanda, ¿cómo estas? te llamo porque...― dijo Fernando al escuchar que descolgaban y comenzó a explicar el incidente para pedirle un sencillo favor: ―¿Puedes venir a verme? tengo algo que contarte.―

Naturalmente Amanda accedió inmediatamente a la petición, en realidad ella habría hecho casi cualquier cosa por su amigo. Así fue que Amanda se arregló como si fuera una ocasión especial, ella sabía en el fondo que algo importante pasaría, no podía dejarlo pasar.

Todo fue que la puerta de la habitación 303 apenas se moviera para que Fernando supiera que ella había llegado, pasó la mañana entera pensando en las palabras adecuadas para lo que tenía que decir. El incidente con ese auto lo había hecho entender que no debía dejar pasar más tiempo del que ya había esperado así que tan pronto entró Amanda, más bella de lo que la había visto jamás, la saludó y comenzó a recitarle el discurso que tanto había ensayado.

El mensaje era sencillo: desde que se conocieron, Fernando estaba enamorado y no lo había querido contar por miedo a lo que pudiera perder, pero la noche anterior todo había cambiado. Por supuesto Amanda se sorprendió, aunque sospechaba que la ocasión era especial, pero esa confesión superaba sus expectativas. En el fondo la noticia la tenía encantada y ahora esperaba la declaración a algo más formal, la cual no se hizo esperar y fua aceptada al momento por Amanda.

En vida hermano, en vida. La escena es sensible pero agradable, los buenos sueños así son, más cuando intervienen ciertos efectos como una percepción de cercanía a donde todo se ilumina y puedes observar tu vida desde otro lugar.

No soy el mensajero de las buenas noticias, Fernando no había despertado desde la noche que lo atropellaron en su borrachera sentimental. Sin embargo era capaz de soñar lo que acabo de contar y claro que a mí me hubiera gustado que terminara como lo imaginó pero sólo reaccionó para sentir su último estertor mientras pensaba en Amanda.

Con quién sueñas nunca es tan importante como en quién piensas al despertar, algunas veces no recuerdas un sueño mientras que tu primer pensamiento del día es casi un acto reflejo de tus sentimientos y en ambos casos, ignorarlos es grave.

Amanda sufrió un tiempo la pérdida de su mejor amigo pero alguien con menos ataduras aprovechó la situación para consolarla y olvidar juntos a Fernando.