sábado, 7 de abril de 2012

Conciencia

De madrugada, cuando todo se encuentra callado, oscuro y quieto; sólo existe en el fondo del pasillo una gotera que ha estado ahí desde hace no sé cuántos meses. Hoy es más irritante que nunca porque me doy cuenta del tiempo que lleva ahí presente y que me distraje para no entender estaba ahí.

Así es tu voz, que estuvo todo el tiempo ahí para indicarme que algunas cosas hay que dejarlas como están para no estropearlas más. Hoy en medio de la ciudad vacía, tan tranquila, sin distracciones que regalarme para volver a esconderlo; tu tono me resulta más molesto y doloroso porque resuena en los lugares que dejé vacíos sabiendo que debí ocuparlos.

Ahí estabas, gota por gota, recordándome que era una mala idea por tantas razones: los momentos, que crean una distancia inagotable; las diferencias en la forma de vida y los cambios que el mismo tiempo impone sobre la gente. Tu monótono reproche no fue más que un acompañamiento para la canción que mi cabeza formó alrededor de todo esto, que con la ilusión de escucharla por primera vez no supe distinguir tu voz como un coro de advertencias.

¿Un mensaje oculto? No lo creo, estaba bastante claro, sólo fue que lo ignoré pero ahora te escucho con más claridad. Las palabras que caen una a una, se juntan en una sola idea, que concluye lo que yo ya sabía desde que inició esta fuga en mi conciencia, y hoy no dejan de atormentarme como una gotera al final del pasillo en la insoportable levedad de esta madrugada.